sábado, 12 de noviembre de 2011

Entrañas

Invisible, caminas sin rumbo por un camino pedregoso cubierto de musgo. El aire que respiras es frío y te llena los pulmones. La oscuridad te rodea, pero no tienes miedo, sigues caminando con una sonrisa en tus labios agrietados.
Sueñas las promesas del mañana, haces de cuenta-cuentos del pasado, pero nunca relatas las profundidades del ayer. Riegas las malas hierbas por si de ellas brota una flor, pero el jardín no aparece y sabes que nunca lo hará.
Hay muchas cosas que no están bien, pero no quieres darte cuenta. Los días pasan y tú sigues caminando.
Aparentemente tu rumbo está marcado y definido. Ahora traviesas una maravillosa pradera de amapolas suaves al tacto, hermosas y de buen olor, pero sólo tú sabes que en realidad transitas un campo de rosales. Preciosas rosas rojas por fuera pero que pinchan y hacen heridas tan pequeñas que no son visibles para aquellos que no se han detenido a observar. No puedes quejarte del dolor, nadie lo entendería. Ni siquiera es una opción para ti.
Te envenenas poco a poco mientras analizas el resto de paisajes que te rodean. Cada vez es más difícil proyectar tus cuentos y hay más momentos de flaqueza en los que te das de bruces contra la realidad.


Es complicado. El camino no es tan malo, pero necesitas que alguien camine a tu lado.
Ya no sabes cuál es la verdadera visión ni si la estás cambiando a mejor o a peor.
En cualquier momento podrías acercarte al linde del rosal y acabar con todo, pero te da miedo. Como dice el refrán, más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer. Te da rabia que sea tan cierto.

martes, 1 de noviembre de 2011

Cambios

Demasiadas cosas en mi cabeza, tantas que ni siquiera tengo tiempo a pararme a pensar en cada una de ellas. Se me amontonan en mi subconsciente quitándome la energía y el espacio donde albergar lo bueno. En parte así es mejor, es mejor no analizar cada problema, cada situación, pero aún así, siento que me desborda. Siento que mi mundo da vueltas a pesar de que intente arreglarlo.
No basta con apuntalar y echar un poco de pegamento para pegar los trozos. Tarde o temprano acaban cediendo, el viento encuentra un hueco, un momento de debilidad y con su fuerza entra y lo derrumba todo.
No me gustan esos momentos. No me gusta sentirme débil, sentir que nada tiene sentido, que pierdo mi vida segundo a segundo.
¿Sabes qué es lo peor? Que no me atrevo a ponerle solución. Soy una cobarde. Prefiero gastar cada minuto de mi tiempo en mil y un compromiso para no poder pensar, no poder analizar. Me dejo llevar y lo único que hago es empeorar mi situación.
Ahora no sólo tengo 1 cosa en la que centrar mi atención, sino 10 y así sólo consigo estar continuamente en tensión, nerviosa y estresada y no me gusta. Quiero que vuelva la chica alegre y desenfadada, la chica que no se rinde y que lucha hasta el final. Que no se agobia por nada y que vive la vida sin importar lo demás.
Espera!, eso significaría volver a encerrarlo todo. Mierda!, otra vez no! Necesito a alguien mejor, alguien que limpie la suciedad y que deje transpirar. Necesito a una nueva yo.