Adoro el frío que se cuela por mi ventana. Los huesos se entumecen, pero se aligera el alma. Es una sensación extraña, te sientes como en casa mientras respiras su humedad. Notas su calor, mientras te abrigas de su frío. Te transporta a otros lugares que tal vez añores mientras la lluvia empapa tu piel y te recorre entera.
No todos comprenderéis de qué hablo. La mayoría sólo os cubriréis malhumorados, sacaréis vuestro paraguas y esperaréis a que pase la tormenta, sin ni siquiera esperar sacar algo bueno de ella. Sin ni siquiera saber que existe calor en el frío, fuego en el hielo.
Me recuerda a mí. Quizás por eso me gusten tanto las tormentas
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