¿Sabéis qué? Hubo un momento en el que llegué a darme cuenta de que no hay nada por lo que no ser feliz. Nada que me impidiera sacar una sonrisa por cada segundo que pasaba, por cada persona que se cruzaba en mi camino.
Llamarme loca, pero creí ser realmente feliz, me sentía realizada, completa. Tenía una sensación maravillosa, ganas de correr, de dar vueltas y gritar al cielo. Respirar con todas las fuerzas y suspirar, reírme de la vida. No había nada que prescindiera de su parte positiva. Todo lo que podía hacerte sentir mal venía provisto de una piruleta, una palabra amable que te hiciera pensar que no merecía la pena. Y así pasaron los días...
Lo que no logro entender es qué pasó para que eso cambiara. Qué pudo fallar.
Igual es que uno de esos dulces amargaba o que una de esas palabras estaba escrita en tinta que desaparece con la lluvia. No sé, igual es que es un ciclo con sus auges y recesiones, como una montaña rusa que sube poco a poco, muy despacito para no caer y que, una vez llega a la cima, sin otorgar más que un segundo de descanso, se precipita a toda velocidad. Aunque, si lo pensáis, es en ese momento cuando coge fuerzas para recorrer todo su camino, volver a subir a la cima.
Igual es eso lo que pasa, caemos cuando necesitamos coger más fuerzas y emprender una nueva subida a una cima más alta.
Sea como sea, yo estoy dispuesta a saltarme las leyes naturales y a no bajar nunca. Ya encontraré fuerzas en lo que me vaya encontrando a mi paso. ¿Quién sabe?, una sonrisa, un abrazo o un beso pueden ser mucho más efectivos.
Como dice Paulo Coelho "If you are not happy, just pretend you are. At the end of 7 days, you will be"
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